Cuando Efraín recibió la máscara de caballo el día de su aniversario, tuvo que hacer una difícil elección; asustar a Vicentaco o luchar contra las fuerzas del mal.
Hizo lo primero, pero inmediatamente después enfundó su palo untado en mierda y se convirtió en el justiciero equino y soez que el pueblo necesitaba.
Había nacido un héroe. Había nacido CABEZA DE CABALLO.
Por cierto, ¡Feliz Navidad! (Y Feliz 2011, ya puestos)